Wednesday, October 31, 2007

AMOR, AMOR, AMOR ( 5 ):Una historia de amor desmedida, salvaje y desaforada.


El pueblo se nos caía encima.
Nunca creí que pudiese desear la llegada de la lluvia, pero lo hice durante esas tardes eternas de sol inclemente en las que el único espectáculo ante nuestra casa eran la carretera polvorienta y los perros abandonados.
Mamá, aunque intentaba sonreir y bromear todo el tiempo que estaba conmigo, se desesperaba los fines de semana, y si me acercaba en silencio la sorprendía en la mecedora del porche, balanceándose despacio y el sudor confundido con las lágrimas.
Yo me sentaba en los escalones de la entrada y regalaba horas muertas al horizonte amarillo y azul, esperando ver la nube de humo de tu furgoneta... pero solo veía los pájaros oscuros que traían a mi recuerdo el sabor de aquel único beso.
Una tarde apareciste, trayendo un cargamento de mazorcas de maiz y cabezas secas de girasol.
Mamá reía alborozada como una muchacha, "¡pero que vamos a hacer con todo esto!" exclamaba mientras tú bajabas los sacos. Entre los tres acarreamos todo hasta el granero, luego mamá se marchó diciendo:
"Os dejo solos, los chicos tendreis cosas de que hablar"y dirigiéndose a ti en tono confidencial añadió "llévale a dar una vuelta, pasa las tardes sentado mirando el campo, ¿a quien querrá ver aparecer?"
..de pronto nos quedamos solos en la penumbra, rota tan solo por los rayos de luz que se colocaban oblicuamente entre las tablas de las paredes, y en los que las motas de polvo danzaban como si tuvieran vida propia.
Nos separaban tres pasos de distancia, pero de pronto parecía haber un universo entre los dos.
Llevabas un mono azul y la cremallera, demasiado baja, dejaba ver un triángulo sudoroso de tu pecho.
No esperé porque no había tiempo, de pronto sentí que el tiempo se agotaba, Posé mi mano en ese trozo de piel, sobre tu corazón, y la cubriste con la tuya, mirándome directo a los ojos. Después tu mismo empujaste poco a poco mis dedos hacia abajo, siguiendo la linea humeda y oscura de vello que bajaba de tu ombligo... por un momento me pareció que la palma de mi mano dejaba un rastro irisado y brillante sobre tu cuerpo, como la huella de un caracol, como si se tratase de un truco de magia increible y fantástico.
Me detuve en el borde de tu ropa interior y luego, en vez de seguir bajando, rodeé tu cintura y te atraje hacia mi, hasta dejar tu boca a un instante de mi boca.
"Has tardado en venir"
"Me estabas esperando..."
"Me parece que hace toda una vida ya..."
A partir de ahí, todo transcurrió como en un sueño.
La pasión imponiéndose a la ternura, tú moviéndome a tu antojo, desnudando poco a poco mi cuerpo, tan blanco y pálido entre tus brazos morenos...
Nuestras manos volando, deseando estar en todas partes a la vez, hablando por nosotros, reemplazando palabras por caricias...
En algún lugar profundo de mi consciencia una voz me recordaba que mi madre solo estaba a unos metros de ahí, que en cualquier momento podría aparecer para ver si nos ocurría algo, pero a todo aquello se sobreponía tu calor, tu sabor, tu olor y el susurro ahogado de tus labios junto a mi oido.
"Voy a hacerlo... quieres que lo haga..."
No necesitaste la respuesta, me diste la vuelta haciéndome reclinar sobre un viejo arcón de madera y un instante despues tus dedos entraban en mi interior, arrancándome un quejido.
"Ahora voy yo..."
Sabía que dolería, pero no tanto. Apreté los ojos fuerte intentando inutilmente retener las lágrimas. Tú, que lo sentiste, detuviste tu avance un momento para preguntar "¿te está doliendo mucho?" Yo sacudí la cabeza negativamente dispuesto a aguantar, lo iba a hacer por ti, sabía que había algo más allá de aquel dolor y estaba dispuesto a recorrer el camino completo.
....en un momento dado, una resistencia cedió y algo empezó a fundirse en mi interior.
En ese instante el granero desapareció y nos quedamos los dos flotando entre rayos luminosos, perdiendo de vista el mundo de los hombres y de las cosas... tu empujando más fuerte, más deprisa, y yo deshecho, entregado, reducidos mente y cuerpo a un foco de luz y calor que crecía y crecía, anulándome por completo, hasta llenar la oscuridad de una cegadora claridad blanca.
De pronto, todo estaba en silencio y yacíamos los dos en el suelo, abrazados y sin aliento.
De pronto, todo estaba claro.
Yo era tuyo, y tu eras mío.
(sigue)

Sunday, October 28, 2007

AMOR, AMOR, AMOR ( 4 ):Una historia de amor desmedida, salvaje y desaforada.


En cierto modo, eramos complementarios.
Tu habías absorbido los colores de la tierra, del trigo y el maíz, por eso tus cabellos eran dorados, y tu piel tostada, y tu cuerpo desprendía el aroma del campo recien segado. Olias a cereal, a verano, a tardes largas y crepúsculos incendiados. Y tus ojos, tus ojos eran negros, abrasados de tanto contemplar aquellos cielos inmensos y cegadores.
En cambio mi pelo era oscuro como el aire de la ciudad de la que vine, y mi cuerpo blanco y pálido, el cuerpo de quien no ha sentido nunca el calor del sol...mis ojos en cambio eran claros, quizás se volvieron azules de tanto soñar con este cielo.
Tus manos eran fuertes y ásperas, necesitaban ser besadas.
Mis manos eran suaves y frágiles, necesitaban de tus manos.
Mi boca era fina, delicada; la tuya rotunda y sensual.
Tu corazón, rudo como esta tierra, precisaba del mio.
Mi corazón, vacio como tu cielo, precisaba del tuyo.
Tu y yo, opuestos pero complementarios.
Como entendernos uno sin el otro.
Desde que te vi, no pude entender mis dias sin tenerte.
(sigue)

Saturday, October 27, 2007

AMOR, AMOR, AMOR ( 3 ):Una historia de amor desmedida, salvaje y desaforada.


Cuando por fin volví a clase seguía siendo "el nuevo" y todo el mundo rehuía mi contacto como si padeciese algo contagioso. Pero no me importó cuanto al salir te vi sentado en las escaleras de entrada al instituto con el sol en el cabello y una sonrisa en la mirada.
No dije nada, solo me detuve frente a ti, paralizado ante tu sobria belleza.
"Has estado enfermo", dijiste.
Continué en silencio unos instantes, sonriendo sin querer.
"Y la furgoneta" pregunté.
"No la tengo siempre. Hoy mi padre tenía que comprar en la ciudad, tiene que venir a buscarme"respondiste con cierta tristeza. Luego recuperaste la luz en tu expresión y continuaste"...quería hablar contigo sobre lo del otro día."
"No me digas que me quieres pedir disculpas" dije en tono suave.
Ahora tu sonrisa se hizo resplandeciente.
"No. Quería decirte que fue maravilloso. Y que solo he pensado en ti desde entonces."
A pesar de rodearnos la pequeña algarabía de chicos y chicas en la salida de las clases, todo quedó en silencio, el universo se detuvo entre tu y yo.
"Sabes..."susurré con voz temblorosa"...desde el otro día, cuando cierro los ojos, solo veo ese campo amarillo y los cuervos, allí donde nos detuvimos."
Te levantaste para inclinarte sobre mi ligeramente.
"Y qué quieres ver la próxima vez que cierres los ojos para recordarme. Dímelo, y allí te llevaré..."
El sol se ocultó un instante tras una nube cuando añadiste:
"...para dejar otra huella en tu recuerdo."
Cerré los ojos y se me llenó la mente de calor y pájaros oscuros. Cuando volví a mirar la nube se había marchado y el mundo recobraba su color habitual, pero tu ya te alejabas con la mochila al hombro hacia la furgoneta que humeaba al otro lado de la calle.
"¡Espera!"grité, y te volviste un instante.
No tenía nada que decirte, tan solo deseaba retenerte un poco más.
"Estas noches..."continué tras tragar saliva con dificultad"...estas noches te vi...delante de mi casa..."seguías alejándote y tuve que levantar más la voz, haciendo reir a un grupo de chicas que pasaban a mi lado"¿Eras tu?...¿Eras tu?..."
Sacudiste la cabeza riendo y seguiste caminando, rodeado del resplandor dorado de aquel otoño.
(sigue)

Wednesday, October 24, 2007

AMOR, AMOR, AMOR ( 2 ):Una historia de amor desmedida, salvaje y desaforada.


Al entrar en casa corriendo, mi madre salió a recibirme.
"¿Que tal el primer día? Has hecho amigos, por lo que veo. ¿Es del pueblo ese chico de la furgoneta?"
No pude decir nada, subí los escalones de cuatro en cuatro hasta mi cuarto,me metí en la cama y tras masturbarme furiosamente, caí en un estado febril que duró tres días con sus tres noches.
Mamá llamó al médico.
"Qué le pasa, doctor"
El médico se encogió de hombros.
"Algún virus otoñal. No parece grave. En unos días estará mejor."
Y mientras tanto, ardí, literalmente, pero no por culpa de un virus, ardí intoxicado de amor, del veneno que ya había tomado de tu boca...
...tres días que pasé guardando el sabor de tus labios. Besarte con los ojos cerrados me hizo ver desde entonces campos segados, cielos rasos y pájaros oscuros revoloteando sobre la nada.
...a veces, en medio de la noche, me levantaba casi sonámbulo hasta la ventana, descorría las cortinas y veía tu silueta oscura bajo el árbol del jardín, el único árbol en kilómetros a la redonda.
Tu silueta y el rescoldo de tus ojos, que a pesar de la oscuridad relucían como brasas en la penumbra.
Nunca grité tu nombre para saber si eras tú, si de verdad estabas allí.
A veces te veía.
A veces se levantaba la brisa y tu silueta se perdía entre las sombras de la noche.
(sigue)
Imagen: "Luna y ramas", de Manuel Pozo Coronado (www.manuelpozo.com)

Monday, October 22, 2007

AMOR, AMOR, AMOR ( 1 ):Una historia de amor desmedida, salvaje y desaforada.




Amor, Amor, Amor...
La primera vez ni siquiera sabía tu nombre, y tu tampoco sabias el mío.
Yo estaba en mi primera clase de gimnasia, en mi primera tarde de instituto en aquel pueblo.
Tu...
…tu te acercaste con una sonrisa blanca y brillante, llegaste hasta el rincón en el que yo contemplaba al resto de los chicos con recelo y me tendiste una mano.
“Eres nuevo, ¿verdad?”
Ser nuevo a veces es una virtud y a veces, una maldición.
Sonreí inmediatamente ante el primer acercamiento que experimentaba en todo aquel día, y apenas iba a pronunciar mi nombre cuando el profesor de gimnasia gritó algo, debíamos ponernos por parejas, tu te encogiste de hombros y me señalaste con el dedo, y yo solo pude enrojecer de satisfacción.
Durante los siguientes tres cuartos de hora, no hice más que sentir vergüenza de mi mismo mientras tu sujetabas mis tobillos para hacer ejercicios abdominales, y morderme los labios al sujetar los tuyos y verte subir y bajar con la eficiencia de una máquina bien engrasada.
Para mi sorpresa, apenas terminó la clase te fuiste corriendo sin decir una palabra.
“No quiere más trato con el torpe del grupo”; pensé.
Pero cuando salí con mi mochila al hombro y el cabello húmedo todavía de la ducha reciente, ahí estabas tu recostado contra una vieja furgoneta y fumando un cigarrillo, que tiraste al suelo apenas me viste aparecer.
“Eh, ¿te acerco a casa?”
No dije nada, tan solo rodeé el vehículo y me aposté junto a la puerta del copiloto. Montaste deprisa y estiraste el brazo para abrirme.
“Está jodido el cierre, hay que abrir desde dentro” explicaste con esa sonrisa que ya me era familiar.
Arrancamos entre una nube de humo y explosiones de tubo de escape y salimos a toda velocidad por la calle principal del pueblo.
“¿Quieres que te de una vuelta por los alrededores?” preguntaste con una expresión de travesura en los ojos “Tienes que ir familiarizándote con el sitio, ¿no?”“Vale”, acerté a decir, y no sé si era por ser la primera vez que abría la boca delante tuyo o qué se yo, pero rompí a reir suavemente y tu reíste también, satisfecho.
“Entonces vamos”
Unos minutos después estábamos a cien por hora recorriendo carreteras secundarias entre inmensos campos de cereal, con el sol de la tarde bañando de oro todo lo que tocaba. Pusiste la radio, una emisora con musica moderna y cantaste el estribillo de un par de canciones, en un tono tan desafinado que volvió a hacerme reir. Tu conducías y te volvías constantemente hacia mi, como si quisieras cerciorarte de que todo iba bien. Por fin te pusiste un poco más serio y dijiste:
“Hace un calor de la hostia, ¿eh?”
Hacía rato que sentía la camiseta empapada contra el asiento y la frente húmeda de sudor. De un modo involuntario, casi sin querer, tambien me había fijado en las pequeñas gotas que brillaban sobre tu labio superior. Era Octubre, pero el verano se agarraba a la tierra con uñas y dientes, como si hubiese decidido no abandonar el lugar aquel año.
Ahora conducías más despacio y pasabas más tiempo mirándome que atento a la carretera.
El porqué puse mi mano en tu rodilla en ese momento, sin tener ni idea de la vida, ni del sexo ni del amor, es todavía un enigma para mi. Solo se que dejé caer mis dedos allí, y sentí encogerse mi estómago y detenerse mi corazón durante un instante, notando el calor que traspasaba la tela de tu pantalón vaquero.
Frenaste de improviso y de un volantazo, metiste la furgoneta en la cuneta.
Te quedaste unos segundos interminables contemplando los campos amarillos y los cuervos revoloteando entre la hierba seca, antes de susurrar:
“Joder, tio... como me gustas...”
Un instante después me agarrabas de la nuca con fiereza atrayéndome hacia ti.
El primer beso fue algo casi animal. Me invadiste, me invadió tu lengua, me invadió el suave sabor a tabaco de tus labios, me invadió el tacto de tu rostro mal afeitado mientras me aplastabas contra el asiento, respirando apresuradamente, dejandome sin aliento, sujetando mis manos con tus manos.
En ese primer beso sentí que estaba perdidamente enamorado, enamorado de ti, y del reflejo dorado del sol en tus pestañas.
Un brusco bocinazo nos hizo separarnos de un salto.
“¿Os pasa algo, chicos? ¿Os habeis salido de la carretera?”dijo alguien parando su vehiculo tras el nuestro.
“No, no, todo va bien” dijiste con voz temblorosa y arrancando “Gracias”...
Nos pusimos en marcha y volviste al pueblo sin decir ni una palabra. Paraste frente a mi casa e inclinándote sobre mi, me abriste la conflictiva puerta del pasajero.
“Nos vemos” susurré.
“Claro” respondiste rapidamente.
Apenas bajé saliste disparado levantando olas en el polvo del camino...
( Sigue )