Nuestras excursiones en la furgoneta se hacían cada vez más frecuentes. La mayoría de las veces nos limitábamos a correr por aquellas interminables carreteras sin encontrarnos casi nunca con nadie, riendo y diciendo tonterías. Los ratos compartidos siempre eran de modo furtivo, porque percibíamos algo prohibido en nuestra relación y conscientemente procurábamos poner una relativa distancia entre los dos cuando estaban delante otras personas.
A pesar de todo, aquel lazo era tan especial que todo el mundo acabó por sentirlo.
Un día tras la clase de gimnasia, tres chicos me rodearon en un rincón apartado de los vestuarios.
"Eh, hoy no veo a tu amiguito por aquí" dijo uno de ellos en voz alta. Yo sabía que faltabas a menudo porque tu padre anteponía tu trabajo en la granja a las clases, pero no intenté dar ninguna explicación, solo pregunté:
"¿Qué amiguito?"
"¡Ooooh, pues tu único amiguito aquí!", exclamó el matón haciendo reir a los otros dos "¿o es que tienes más?"
Terminé de ponerme los pantalones sin dar muestras de haber oído nada, con la esperanza de que se aburriesen y acabaran por marcharse, pero era evidente que no iban a dejarlo ahí.
"Nos han contado que os vais mucho los dos solos a dar vueltas con la furgoneta" dijo otro cogiendome del hombro y haciéndome dar la vuelta para mirarle a la cara "¿que haceis tanto tiempo por ahi?"
"Hacen manitas" dijo el primero logrando hacer reir a todos de nuevo "Creo que se la cascan el uno al otro"
Todos siguieron riendo a excepción del tercero en discordia que hasta entonces no había abierto la boca. A pesar del brillo oscuro que percibí en sus ojos, respondí secamente:
"Estais muy informados de esas cosas. Quizás con vuestra experiencia podais darnos alguna idea de como pasar un buen rato..."
El puñetazo fue tan imprevisto y rápido que ni siquiera lo vi venir, solo sentí un fogonazo que me llenó la cabeza de luz brillante y me hizo caer al suelo sobre mi trasero.
"Esto ha sido solo un aviso" susurró el número tres inclinándose sobre mi. La sangre manaba de mi nariz como un rio lento y cálido."No queremos maricones por aquí. Estás advertido, ¿vale?"
Incluso sus dos amigos habían enmudecidos y miraban asustados, sorprendidos por la violencia inesperada. Le observe a duras penas, cegado por el dolor y las lágrimas. Él sonrió satisfecho por el espectáculo.
"Ahora vete a contarle a tu mamá que unos chicos malos te han pegado porque andas dándote por el culo con tu amiguito de la furgoneta. Pero cuéntaselo así, tal cual, ¿eh?..."
Pasé todavía una hora allí, acuclillado con una toalla en la cara, lleno de rabia y humillación, rodeado de sombras que poco a poco me entraban por el pecho y se me iban posando en el corazón…
Durante el mes que me duraron los ojos amoratados mamá y tu no parasteis de preguntarme que era lo que en realidad había pasado, incapaces de creer mi versión de una caída en el gimnasio. No dije una palabra a pesar de vuestra insistencia, y nosotros continuamos haciendo lo mismo, los paseos en la furgoneta y los momentos en el garaje devorándonos el uno al otro... pero eramos conscientes de que algo se había puesto en marcha en torno nuestro, algo que crecía llenando el aire de hilos tensos como cuerdas de guitarra que se entrecruzaban tejiendo una red sobre los dos.
Mamá también percibió aquello.
Un atardecer violáceo en el que tú no habías venido y yo dejaba escurrirse el tiempo sentado en el porche, se sentó a mi lado a contemplar las últimas luces del día.
La miré de reojo.
Aunque seguía demasiado delgada, sus mejillas habían recobrado el color saludable y también su mirada parecía más alegre. Ella tenía el cabello rubio oscuro como tú y a menudo bromeaba diciendo que parecías más hijo suyo que yo. Los pequeños ratos que compartíamos los tres cuando venías a casa yo sentía que dejaba de ser mi madre y se convertía en el tercer vértice de un triángulo de amistad y complicidad...
...ahora sonreía ligeramente contemplando el crepúsculo, pero notaba en ella una cierta inquietud, como si deseara decirme algo.
"Hoy no ha venido David"dijo al fin.
"No. Tendría trabajo con su padre, como siempre", contesté encogiéndome de hombros.
"Es un buen chico" dijo. Luego me estrechó la mano un momento y siguió" Estoy feliz porque hayas encontrado un amigo aquí. Ya sabes lo que se dice, los amigos son tesoros y hay que mantenerlos cueste lo que cueste."
Ahora me contemplaba pensativa, radiantemente hermosa bajo aquella luz especial del atardecer.
"Sin embargo... siento que algo no va bien, y que esto..."rozó mi cara magullada suavemente"...es una prueba de ello. No quieres hablar del tema..."
"No hay nada de que hablar..."
"Ya...pero escúchame...siempre hemos tenido confianza plena el uno en el otro. No la pierdas justo cuando tienes un problema, ¿eh?...recuerda siempre una cosa: estoy orgullosa de ti. Te has convertido en un hombre hermoso, por fuera pero sobre todo por dentro, y voy a apoyarte siempre, y estaré a tu lado cuando me necesites, ¿si?"
Asentí despacio, sonriendo. Ella me devolvió la sonrisa pero ahora ampliamente y dándome un rápido beso en la mejilla se levantó.
"A ver qué me invento para la cena, que tortura... En cuanto esté te aviso, ¿de acuerdo?"
Yo aún estuve me quedé un rato contemplando el anochecer y aspirando los efluvios de los que venía cargada la oscuridad, sin saber que aquel había sido el último día de aquel largo e interminable verano.
(sigue)
6 comments:
Siempre aquellos que vienen a arruinarlo todo, siempre aquellos que se creen con derecho de imponer sus reglas...
Las madres tiene un don especial, intuyen lo que nos pasa y si son como la del protagonista: se sabe que en verdad contarás con ella para lo que sea necesario, que no habrá reproches ni condenas.
¿Què ese será el último día de aquel maravilloso verano?... me dan miedo esas palabras.
Justo como la madre de Jack Twist... Justo como los verdugos de Jack Twist..
Ángel, también te visito aquí, aunque no con la misma frecuencia que en el otro blog. La verdad es que éste es una auténtica maravilla, como que me lo imprimo para leerlo con más calma porque a veces tardo tiempo y se me acumulan varias entradas. Me encanta la historia que vas llevando y el tono que estás utilizando. Escribes muy bien, sí señor.
Aprovecho para darte las gracias por tus comentarios. Sería una ingrata si no reconociera que soy afortunada al contar en mi blog con los visitantes tan estupendos que cuento, pero tú eres un tipo especialmente estupendo, con una enorme sensibilidad. Hay que cuidarte como oro en paño para que no te vayas de aquí y sigamos contando con tu presencia.
Un besote gordo, Angeliglio. :b
me muero de impaciencia por llegar a la oficina y leer esto!!!
;)
Pasé varias veces por aquí y ví que estaban estos capítulos pendientes para leer pero... algo me retenía, algo que me decía que "aún no"... Y hoy fue el día en el que se me han llenado los ojos de lágrimas, y el corazón late despacio, acompasado a esa angustia que precede a lo inminente...
Este relato tiene tanta pasión y a la vez tanta ternura que sé a ciencia cierta que sólo tu mano es capaz de escribir con tanta certeza.
Como siempre, me inclino y me saco el sombrero ante usted, mi ángel escritor...
Te quiero... tanto... que duele, pero eso, eso ya lo sabés ¿verdad?
Un beso y sigamos...
...
SIEMPRE!
Angel escritor, he leído los tres capítulos sin pausa y el corazón conmovido.
Debo decirte lo maravillosamente bien que relatás esta tierna, sencilla y enorme historia. Los lugares donde se desarrolla, las formas, las costumbres, la juventud tan plena, todo, lo comunicás de manera soberbia. Las fotografías, perfectamente escogidas... Conocés la frase "patear el tablero"? Eso deberías hacer, y luego, no parar de escribir.
Gracias por estos momentos que disfruto leyéndote.
Un abrazote,
JfT
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