Dos días después del suceso del garaje salimos a recorrer los campos con la furgoneta, sin ninguna idea preconcebida. Aquella tarde, aunque continuaba el calor, el cielo estaba cargado de nubes oscuras, como si fuese a derrumbarse sobre nosotros en cualquier momento únicamente por su propio peso. El tener aquel muro de color pizarra deslizándose muy despacio sobre nuestra cabeza solo incrementaba la sensación de calor, parecía que ese verano atrapado en el interminable Octubre empezaba a hincharse y ennegrecerse como una fruta en mal estado.
"Mira" dijiste señalando un punto a mi derecha. Me volví y vi una pequeña casa gris en medio del campo interminable."Es mi casa"
"Estáis todavía más aislados que mi madre y yo" comenté contemplando la imagen y su aire de cierta desolación.
"¿Quieres conocer donde vivo?" Sonreíste levemente como si no estuvieses muy convencido de tu propia idea y con uno de tus volantazos, nos internamos por un sendero de polvo en dirección a tu hogar. Soltando la palanca de cambios, me cogiste un momento de la mano, apretándola fuerte pero sin apartar la mirada del camino. De repente me sentí un poco nervioso.
El edificio entero emanaba un aire de decrepitud, de algo que parecía a punto de caerse y de quien nadie se ocupaba en exceso. Todo parecía blanco, negro o gris, y por todas partes parecían amontonarse montañas de polvo, como si hubiese algún desierto cercano empeñado en cubrir la casa bajo una duna.
" Desde que murió mamá, ninguno se ha preocupado demasiado de esto" dijiste leyendo mis pensamientos.
Frente al destartalado porche un hombre permanecía arrodillado junto a un tractor que parecía llevar mucho tiempo sin funcionar. Al oírnos llegar se puso en pie y nos contempló en silencio. Vestía solo unos pantalones de lona azul, unas botas y un sombrero para protegerse del sol. Tenía el torso musculoso de alguien que dedica mucho tiempo al trabajo físico y una expresión de determinación en el rostro que me recordó instantáneamente a ti.
Tu bajaste de un salto y saludaste:
"¿Que tal, papa?"Te volviste hacia mi haciéndome un gesto y también bajé despacio de la furgoneta mientras explicabas "Es un compañero del instituto. Estamos dando una vuelta."
"Hola" saludé con cierto temor y tendiendo una mano para estrechársela. Tardó un tiempo interminable en apartar una de sus enormes manos de las caderas para tendérmela. Uno de sus ojos permanecía oculto tras una neblina azulada, el otro me observó con fiereza.
"Mi chico no tiene mucho tiempo para amigos" dijo con voz grave "hay mucho trabajo que hacer por aquí" Después se limpió los dedos en el pantalón como si hubiese tocado algo sucio o desagradable y volvió a arrodillarse delante del tractor.
Me pregunté que esperabas llevándome allí.
"Yo también echo una mano a mi madre con la casa." dije intentando ser amable.
"¿Tu madre lleva una granja?" preguntó sin levantar la vista de sus ocupaciones "Mucho trabajo para una mujer sola."
" Solo tenemos algunos animales, poca cosa. Ella es maestra. Hemos llegado hace pocos días."
"Mucho trabajo para una mujer sola."repitió como si le hubiese dado la razón con mis palabras."¿Donde esta tu padre? ¿Ha muerto?"
"No" contesté tragando saliva, dispuesto a no dejarme impresionar por sus escasos modales.
Levantó un instante la vista como esperando que yo diese alguna explicación que no pensaba darle. Por fin se encogió de hombros y repuso:
"No es asunto mío, vale. Ahora, si no te importa, quisiera terminar con esto antes de que caiga el sol, ¿vale?"
Dejamos atrás a tu padre rodeando poco a poco la estructura oscura de la casa, y cuando nos hubimos alejado lo bastante preguntaste:
“¿Qué le pasó a tu padre? ¿Tu madre le abandonó?”
“No. Él nos abandonó a nosotros. Y la verdad, nos hizo un favor.”No estaba acostumbrado a hablar de mí mismo y mucho menos de aquel tema, que aparcaba premeditadamente en un rincón oscuro de mi conciencia. Tú percibiste el esfuerzo que me suponía y no insististe más, sin embargo continué, para demostrarme a mi mismo que era capaz de hacerlo.
“Bebía bastante y casi siempre andaba enredado con otras mujeres. El último día mamá le dijo que estaba harta, y que si no se marchaba él lo haría ella. Él se rió a carcajadas y dijo “No te preocupes, zorra, soy yo el que me largo, Ahí os quedáis tú y el tarado ese. Pero antes voy a hacer algo que siempre he deseado hacer.” Entonces se volvió de repente y la dio una bofetada que la tiró al suelo. No se si fue por el golpe o por la caída, pero se rompió el tímpano. Desde entonces no ha vuelto a oír igual de bien por ese oído.”
“Que hijo de puta” dijiste en voz baja poniendo una mano sobre mi hombro.
“Cuando se sintió lo bastante repuesta, mamá decidió que nosotros tampoco pintábamos nada allí, y apenas encontró este empleo en el pueblo, puso en venta la casa y también nos marchamos. Creo que aunque no hubiese encontrado este trabajo nos habríamos marchado igualmente. Me parece que temía que él pudiera regresar …”
Me mirabas con tal ternura que sentí deseos de besarte, y quizás lo hubiese hecho de no haberse abierto una ventana de la planta baja en aquel mismo instante. Un rostro grueso, amarillento y mal afeitado se asomó por el hueco negro, contemplándonos con ojos enrojecidos.
“Este es Víctor, pero todos le llamamos Vic. Es mi hermano” explicaste sin apartar los ojos de él.
“Y quien es él”, preguntó aquella cara de aspecto enfermizo.
“Es Julian, un compañero del instituto” contestaste. De pronto pareciste reparar en la mano que habías dejado sobre mi hombro y la apartaste con rapidez.
“Ya. Un nuevo amiguito” dijo con sorna el individuo.”Ándate con ojo, ¿ me has oído?… ándate con ojo.”
“De que estas hablando”. Tu tono de voz era severo y agresivo.
“Ya lo sabes, tío duro. Nada de mariconadas. No tengo que decirte más, tu ya me has entendido.” Se volvió hacia mí y enrojecí con violencia, incapaz de abrir la boca. “En cuanto a ti, hazte un favor y no te busques problemas, nene. Vete a casa y no vuelvas por aquí. No nos gustan las visitas.”
Tu echaste a andar a grandes zancadas de vuelta a la furgoneta y yo corrí detrás de ti sin decir nada, deseando hacer caso a tu hermano y marcharme para no volver más por allí. Una vez dentro, cuando arrancaste y enfilaste el camino en dirección a la carretera, te pregunté:
“¿Qué quería decir con lo de las “mariconadas”?… quiero decir … ¿él sabe algo?”
Veía tus nudillos blancos de apretar tan fuerte el volante.
“Hubo alguien más, hace tiempo.” Estabas intentando reprimirlas pero se te escapaban una a una las lágrimas de rabia e indignación. “Escucha, mi hermano es un cerdo, ¿vale? No hace otra cosa que beber cerveza y buscar problemas, para él y para todos los que le rodean. Olvídate de él, como si no existiese.”
Un trueno retumbó en la lejanía y de pronto enormes goterones empezaron a caer desde el cielo, levantando del suelo un penetrante aroma a tierra mojada.
“Te llevaré a casa” murmuraste “Va a caer una buena.”
Condujiste un poco mas sin decir nada, mientras las gotas intermitentes iban transformándose poco a poco en una cortina de agua que transformaba el monótono paisaje en una fotografía borrosa.
“¿Y donde está el?” tuve que preguntar “El otro chico, quiero decir.”
“Eso se acabó ”contestaste en voz muy baja. Y antes de que pudiese yo hablar, añadiste:”Murió”.
Guardé silencio hundido en mi asiento, anonadado ante todo lo que estaba escuchando desde hacía un rato.
Pensé en que eras demasiado joven para haber sufrido ya todo aquello, en que era injusto que la vida te hubiese hecho pasar tan pronto por eso.
Pensé si me querrías más a mi que a aquel otro chico.
Pensé si me querrías más a mi que a aquel otro chico.
Pensé si te habrías fijado tan siquiera en mi, de no haber muerto él.
Una vez más, como si me hubieses leído el pensamiento, detuviste la furgoneta hasta quedarnos allí, en medio de la nada bajo aquel formidable aguacero.
“¿Sabes? Cuando te vi en el gimnasio y me acerqué a ti, en parte fue por él” rozaste mi mejilla con un dedo y añadiste” Al mirarte a los ojos sentí … no se, era como si le mirase a él a los ojos.”
“Pues no son sus ojos. Son mis ojos.” repuse algo violento.
“Lo sé, Y desde que te conozco no he vuelto a pensar en él … hasta esta tarde, por culpa de mi hermano. Son tus ojos los que amo, pero algo que vi en ellos la primera vez le trajo a él a mi memoria, y me hizo saber que eras tú lo que andaba buscando.”
Te inclinaste sobre mi y colocaste tus labios a escasos milímetros de los míos. Aún así pude preguntar con voz temblorosa:
“¿Debería saber yo algo más de él? ¿Por ejemplo, que fue lo que le pasó?”
“Ahora no” dijiste en un susurro antes de besarme.
Los pájaros oscuros alzaron el vuelo de nuevo, pero no pude borrar de mi cabeza un pensamiento recurrente.
“Los ojos de un muchacho muerto…”
(sigue)
Una vez más, como si me hubieses leído el pensamiento, detuviste la furgoneta hasta quedarnos allí, en medio de la nada bajo aquel formidable aguacero.
“¿Sabes? Cuando te vi en el gimnasio y me acerqué a ti, en parte fue por él” rozaste mi mejilla con un dedo y añadiste” Al mirarte a los ojos sentí … no se, era como si le mirase a él a los ojos.”
“Pues no son sus ojos. Son mis ojos.” repuse algo violento.
“Lo sé, Y desde que te conozco no he vuelto a pensar en él … hasta esta tarde, por culpa de mi hermano. Son tus ojos los que amo, pero algo que vi en ellos la primera vez le trajo a él a mi memoria, y me hizo saber que eras tú lo que andaba buscando.”
Te inclinaste sobre mi y colocaste tus labios a escasos milímetros de los míos. Aún así pude preguntar con voz temblorosa:
“¿Debería saber yo algo más de él? ¿Por ejemplo, que fue lo que le pasó?”
“Ahora no” dijiste en un susurro antes de besarme.
Los pájaros oscuros alzaron el vuelo de nuevo, pero no pude borrar de mi cabeza un pensamiento recurrente.
“Los ojos de un muchacho muerto…”
(sigue)
5 comments:
Este otoño maneja tu cabeza y tus dedos a la perfección... Escribes que es una delicia...
Sigo y sigo esperando más historia...
1beso
Iba a decir que era increible, pero no, no es increible tu capacidad de redactar, sencillamente es magnífica, seduce, atrapa... bravísimo, estos latidos de tu corazón no hacen más que confirmar una y otra vez tu talento.
En cuanto a la historia... por Dios mi ángel, no tardes!!!
Besos!
Ana
Un padre rudo, un hermano imbecil... no sé porque me desagrado tanto la forma en que le dijo que se fuera con cuidado. Y aquel antiguo amigo muerto... ¿cómo murió, en qué circunstancias?. Todo esto me ha dejado un mal sabor. "Los ojos de un muchacho muerto".
Y me uno a mis antecesoras... amigo mío cuando le pones alas a tus pensamientos y los plasmas en palabras, pués escribes, escribes... no sé, simplemente puedo decirte que llegas directo al corazón. Esta historia se pinta como aquella otra, más dramatica, más intensa; pero igualmente buena, la de "Un ángel en llamas".
Por favor no tardes en tus entregas y perdona la demora... pero como ves ando muy liada últimamente y no sabía que habías publicado tanto en este espacio, que siempre se me antoja como más íntimo.
Dios mi Ángel querido!!!!
tu historia es increible... me la leì de un tiròn como golosa que soy para la buena lectura.
Sigue por favor!!!!
Angelito de las narices ¡ como coño se puede escribir así !, me das una envidia......., bueno envidia sana, disfruto mucho con tu novela y me tienes espectante por la continuación, no te demores.
Un abrazo
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